Supervivencia.

Con los dedos forzados sobre su Olivetti leterra-132, el crítico termina de escribir: «una novela banal, sosa, sin una trama que sostenga su exceso de páginas», justo debajo de: «en su vacua modernidad, el autor hace uso de una jerga vulgar que habrá dejado de existir en menos de un año».
Relee y se siente satisfecho. Extrae la cuartilla del carro, lo introduce en un sobre, y lo remite a la atención del redactor jefe del suplemento cultural del diario.
En su silla ergonómica, rueda cincuenta y cinco centímetros y hasta situarse frente a la pantalla del ordenador portátil. Escribe: «Impactante, atemporal, la novela engulle la tradición para dispararla sobre la modernidad». «Su autor conoce y retrata un lenguaje rabiosamente urbano, sacudiendo el adocenado panorama de la narrativa actual».
Relee y se siente satisfecho. Pulsa la tecla enviar y lo remite al suplemento juvenil del mismo diario.