Marta se ha puesto la ropa del revés y se ha cortado el pelo con tijeras de podar.
Ha fruncido el entrecejo al vecino que la odia y ha besado a ese chico de su clase al que nadie dirige la palabra.
No es demasiado inteligente, pero tampoco estúpida: echó un vistazo a la magnitud del tablero, lo comparó con el alcance de sus tiradas, y el resultado le pareció tan arduo como insatisfactorio.
Ahora sólo quiere caminar sin rumbo.
—¿Y después? —pregunta el chico.
La carretera se comprime en un lejanísimo punto de fuga.
8 comentarios:
Joder, Fernando, andas muy profundo últimamente, ¿no? La frase final es buenísima. Ella sola.
Un abrazo.
Puede que sí ande un tanto otoñal, Víctor. Como si la carretera se comprimiera en un lejanísimo punto de fuga, de hecho.
Gracias.
Un buen micro, Fernando: de ésos que reúnen toda la fuerza en el primer acto de la historia. La carretera que se prolonga es el camino de la trama que cada cual se aventurará a seguir si quiere. Destaco la fuerza de la descripción de Marta (muy simbólico lo de colocarse la ropa al revés y cortarse el pelo con podadera).
Abrazos,
PABLO GONZ
Es mucho mejor caminar sin rumbo que ir saltando según las reglas del tablero, pero es una lástima que también eso sea una jugada calculada
Punto de fuga para el que no sabe huir.
Un saludo, nos leemos.
¿Cómo nos verá a nosotros el punto de fuga?
Gracias, amigos.
Espectaculares imágenes Fernando, vine por recomendación de Pablo y aquí me quedo, sorprendido gratamente.
Un saludo!!!
Gracias, Sucede. Espero que sigas pasando por aquí.
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