miércoles, 21 de noviembre de 2012

4.


El único héroe que creo tener es un héroe fugaz, protagonista de una noticia de entre diez y quince segundos en el informativo de la tarde, alguien sin más trascendencia para los compiladores del devenir humano y universal.
Su acto se enmarca en las manifestaciones de protesta que siguieron a la decisión del gobierno español de apoyar a los EEUU en la invasión de Iraq. 
Sucede en Barcelona: un grupo de jóvenes se separa del recorrido previsto de la manifestación e invade la planta baja de El Corte Inglés.
Entre ellos encontramos a mi héroe. Todavía no ha terminado el instituto, pero acaba de esquivar a un comando compuesto por cinco agentes de policía y tres guardias de seguridad, y corre hacia la salida abrazado a su botín: un jamón de pata negra expropiado al Club del Gourmet.
Es en este momento en el que la Historia establece su juicio; mi joven héroe, bien lo sabemos, podría haber regresado a casa para dar buena cuenta del manjar, transformarse en un vil ratero que aprovecha el abrigo de la masa para la consecución de un fin egoísta. 
Pero su decisión es otra. Firme, decidido, atravesado por un conocimiento que otros tardan siglos de libros gordísimos en acumular, sigue a la carrera. Cada nuevo paso es un desvelamiento del verdadero origen de esa guerra que pretenden encubrir con armas de destrucción masiva y exceso de moros chiflados, un avance en la comprensión del sistema económico y criminal en el que habita, una nota al píe en la historia de la humanidad. Y, sin duda impulsado por la fuerza de ese saber, se detiene, blande el jamón, y lo estampa contra el luminoso dorado de esa compañía de venta de productos tóxicos y explotación medioambiental y humana al por mayor que responde al nombre de Mc Donalds.
 No he vuelto a saber de él.
No se me hace difícil imaginar que, con la ayuda de chivatos y cámaras de seguridad, acabó por ser detenido y pasó a disposición judicial. Que le acusaron de robo con violencia, vandalismo, resistencia a la autoridad y destrozos en el patrimonio privado. Que tuvo que hacer frente a una sanción económica e incluso a pena de cárcel.
No sería extraño.
En este cochino y enloquecido mundo, las mentes lúcidas, las personas capaces de enarbolar la ética y la cordura, suelen acabar en prisión, mientras los genocidas dispuestos a masacrar poblaciones enteras para saquear petróleo se elevan a la categoría de héroes y grandes hombres de la patria, y los envenenadores de niños alimentan a sus cerdos con jamón de pata negra.
En este planeta inverso y podrido, los enanos se agigantan en la Historia, mientras las personas realmente grandes pasan desapercibidas y rara, muy rara vez, se convierten en héroes para nadie.

Safe Creative #1211212716323

6 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Déjame imaginarle un final mejor, Fernando.

Un abrazo.

Alberto Sánchez Argüello dijo...

estos héroes son los que necesitamos Fernando y ya ves que tuvo otro final: terminó siendo un héroe en tu blog.

Luisa Hurtado González dijo...

Confieso que... la cuenta atrás me está comiendo la moral.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Mucho me temo, Pedro, que su final no depende de lo que tú o yo imaginemos...

Sí que son los héroes que necesitamos, Alberto. Pero escasean y además tienen tendencia a terminar en cautividad...

Ya somos dos, Luisa: a mí la cuenta atrás también me está comiendo la moral. Aunque me consuelo pensando que, en breve, será una cuenta hacia delante.

Un saludo.

vittt dijo...

sigue habiendo gente de pata negra, aunque no lo sepa nadie.

vittt dijo...

aún queda gente de pata negra, pero no tienen jefe de prensa.