COMO SUELE SUCEDER ÚLTIMAMENTE, la manifestación
de los mineros acabó con la policía cargando y disparando balas de goma —llamemos a las cosas por su nombre— contra los manifestantes. Como suele
suceder últimamente, las redes sociales multiplican los vídeos de
persecuciones, heridas sangrantes y porrazos a diestro y siniestro, mientras
las opiniones se dividen entre quienes piensan que los antidisturbios actuaron de
forma correcta, y quienes denuncian un uso excesivo de la fuerza contra
manifestantes pacíficos.
CONVIENE TENER PRESENTE que la
policía es algo así como un gladiador sin cabeza: no toma decisiones; obedece
las órdenes de los representantes políticos elegidos de forma democrática por
la mayoría del pueblo español. Un policía no puede ni debe decidir qué causa es
justa y cuál no, ni tampoco —siempre que se ajuste a la ley— cuándo emplear el
uso de la fuerza y cuándo no.
EL SECRETARIO GENERAL del sindicato
mayoritario dentro de la policía (SUP), José Manuel Sánchez Fornet, ha
declarado que la actuación de los antidisturbios fue correcta, puesto que los
agentes aguantaron una lluvia de piedras y otros objetos lanzados por un grupo
de incontrolados durante más de media hora antes de cargar. Vamos a darlo por
cierto. Yo no sé quién comenzó a atacar a quién, pero sí vi, por ejemplo, que
los antidisturbios retrocedían ante un grupo de manifestantes que les hacía
frente manos en alto, y que sólo cargaron después de que un petardo y una
piedra fueran a estrellarse contra ellos.
DANDO POR HECHO que son situaciones
de alta tensión y que hacen extremadamente difícil el trabajo policial, yo me
pregunto: ¿no existe otra forma de mantener el orden? En más de treinta minutos,
entre antidisturbios y agentes infiltrados, ¿no tuvieron tiempo de identificar,
aislar y detener a un pequeño grupo de incontrolados? ¿Era imprescindible
cargar, golpear indiscriminadamente y disparar a bulto?
QUIZÁ ME EQUIVOQUE pero creo que en
el último año no hemos asistido a un incremento de la violencia por parte de los
manifestantes y sí por parte de los cuerpos policiales. Desde fuera empieza a
cundir la sensación de que los agentes no están allí para garantizar la
seguridad sino para, con la causa o la excusa de los grupos de incontrolados,
cercenar, reprimir y amedrentar los derechos de los ciudadanos que salimos a
expresar nuestro malestar por unas medidas políticas que nos están llevando
literalmente a la desesperación y a la ruina. Y esta sensación se agrava cuando
se ven y hasta se graban actitudes tan injustificadas y sancionables como
golpear en la cabeza a personas que caminan con las manos en alto, o disparar
balas de goma apuntando directamente, cuando el protocolo de actuación marca
que deben dispararse contra el suelo y nunca a menos de cincuenta metros de
distancia. Muchos nos preguntamos cómo en una policía democrática —al servicio
de los ciudadanos— pueden repetirse una y otra vez estas actitudes sin que las
personas que las realizan sean sancionadas o expulsadas, y sin que obtengan el
rechazo y el repudio moral de sus compañeros. Es inadmisible que unos cuerpos
que detentan el monopolio del uso de la fuerza por mor de la legalidad vigente,
se meen y se caguen en la legalidad vigente.
SE ESTÁ ALIMENTANDO una deriva muy
peligrosa. Por un lado, se multiplican los motivos por los que la gente tiene
que salir a la calle a defender sus derechos. Por otro, se multiplica la
sensación de que, por más pacíficamente que te manifiestes, con la causa o la excusa
del grupo de incontrolados, vas a acabar recibiendo. No parece, dado que las
movilizaciones se multiplican en frecuencia y número de manifestantes, que la
gente se esté amedrentando y quedando en su casa por las repetidas cargas de
los antidisturbios. A la larga, la consecuencia lógica será que los
manifestantes comiencen a vestir también ropas acolchadas y cascos, e incluso
se armen para la autodefensa. Los responsables políticos y policiales deberían
empezar a reflexionar sobre el uso que hacen de su monopolio legítimo de la
violencia. De lo contrario, no tardará en llegar el día en que los
manifestantes agredan a los antidisturbios con la causa o la excusa de agentes
incontrolados y policías con la mano demasiado larga.
7 comentarios:
Voy a ser breve:
Sí...
El caldo de cultivo está hirviendo...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Esta película creo que la vi, por suerte hace bastante tiempo. Por estos pagos las cosas siguen cambiando para bien. Lamentablemente a este paso pronto nos llenaremos de sudacas europeos. Un abrazo. Podestá.
Es posible que internet haya empeorado (en parte) la situación. Cuando las redes sociales no estaban tan extendidas, la gente en lugar de publicar lo que pensaba, se reunia y lo hablaba, cosa que creaba una cohesión grupal mas férrea; actualmente esta cohesión está en la red, es verdad que somos más, pero en la red no hacemos nada.
Me temo que con la sociedad actual tendremos que emigrar y dejar que este país lo gobierne quién lo desee para quién quiera.
Querido ciempiés laminado;
Yo, personalmente, creo que las redes sociales son un elemento aglutinador de la conciencia del pueblo. O al menos esa es la función que está cumpliendo en estos oscuros días. Puede que me equivoque, pero parece ser que estamos asistiendo a un cambio de mentalidad en términos globales. Y, puesto que el cambio es necesario, sean bienvenidas todas las herramientas que provoquen el estallido inevitable.
Fernando, totalmente de acuerdo y el día que muera alguién, que no es tan descabellado veremos que pasa y quien es el responsable. Entonces puede que la situación se torne irrespirable.
Un policía no puede aumentar aún más la tensión de los manifestantes.
Un abrazo.
David, Rosana, creo que pronto superaremos la temperatura de hervido. Los recortes de momento son cifras pero en cuestión de semanas se transformarán en sufrimiento.
Id con cuidado, Carlos: los europeos han sido los seres más dañinos de la tierra (hegemonía que disputan desde siglos recientes los norteamericanos).
Ciempiés, Romu: creo que los dos tenéis parte de razón. Internet sirve para difundir información y para que la gente desarrolle cierta conciencia al margen de la que difunden los grandes medios. Sin embargo también es un foco de bulos, como el de los 450.000 políticos o los antidisturbios uniéndose a manifestaciones, lo cual es bastante desmovilizador. Por otra parte, la conciencia está muy bien, pero sin la acción colectiva, como apunta Ciempiés, no sirve para nada.
Nicolás: ese momento no tardará en llegar. A causa de las bolas de goma murió este año Iñigo Cabacas, pero como era en una celebración futbolística no tuvo tanto peso. Viendo con el sadismo, la desproporción y la falta de sentido común que se comporta nuestra policía, no tardará en acertarle a otro.
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