fotografía: J.L. Becerro.
Cuando el alcalde, el doctor, el cura párroco, la casamentera, el boticario y la pareja vinieron a advertirle del holgado comportamiento de su casquivana esposa, el nuevo maestro les dedicó una amplia sonrisa y respondió:
—Dejen que se divierta. Así podrán divertirse ustedes, me divertiré yo y nos divertiremos todos.
Sólo una hora más tarde, el matrimonio fue condenado al destierro.
1 comentario:
Fantástico.
Realmente excelente.
Mercedes Alvarez
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