miércoles, 12 de mayo de 2010

Penalidades.


Estrellé el rostro de mi mujer contra el televisor del salón. Los cristales rotos se cubrieron de sangre, el tubo se retorció y abombó, cientos de cables estallaron en chispas envueltas en carne quemada.
-Fue un arrebato, no pensaba lo que hacía -imploré a la autoridad.
Pero la condena estaba sellada: diez dineros de multa para la familia de mi esposa, y ciento un años de prisión por la rotura de un electrodoméstico de tan alto valor sentimental.
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*La primera frase del cuento, la tomé del relato "El rostro", del gran Magnus Dagon. ¡Gracias, Magnus! 

13 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Esperemos que sea ficción durante muchos años, aunque a veces se diría que ya mismo estamos en esas.
Me gusta tu ironía Fernando.

Anónimo dijo...

¡No hay por qué darlas!

David Baizabal dijo...

ESTOY con Jesús: buena ironía. Me gusta.

Saludos

Anónimo dijo...

Tuvo mala suerte, le tocó un juez que era mujer.
Salut

dvd dijo...

Bufffff... Demoledor...

David Moreno dijo...

Terriblemente irónico, relata la crueldad de una sociedad que antepone los valores materiales.

Cruelmente bueno Fernando.

Un saludo indio

Pablo Gonz dijo...

Muy oportuno, Fernando, por el tema que toca, una de nuestras más lamentables lacras sociales. Estoy seguro de que contribuirá a la toma de conciencia colectiva. La ironía siempre me gustó porque presupone en el lector cierto doblez que hace la vida muy interesante. Sin embargo, hay gente que no soporta la ironía. Suelen ser los mismos que carecen de sentido del humor. ¿Qué conexión puede haber entre ambos asuntos?
Por otro lado, tienes razón: no sólo de micros vive el hombre. De hecho, el escritor que se encierra en su burbuja y no conoce otras realidades malamente logra conectar con el entorno social en que vive. Y así enganchamos con el inicio de este comentario, demasiado largo ya.
Un abrazo,
PABLO GONZ

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

es de lo mejores que te he leido ultimamente.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Bueno, Jesús, reducido a un nivel cotidiano tal vez resulte más brutal, más patente. Pero creo que todos los que estamos aquí hemos visto machacar cien miles por cosas como el petroleo.

No entiendo tu comentario, micromios. En todo caso, tendría que haberle sentenciado un televisor.

Sin ánimo de abundar en la crueldad, dvd, yo creo que lo demoledor de este relato es la cabeza de la señora.

En cuanto a la ironía, Baizabal, NoComments, Pablo, creo que es una forma de esquivar la anestesia que tenemos todos ante cierto tipo de temas. Si es cierto tipo de gente no la soporta. Dice Alan Moore que un bardo era tan peligroso como un hechicero; podía componer una sátira demoledora que te ridiculizara por el resto de los siglos. A lo mejor es por eso.

Me alegro de que te haya gustado, Daniel. Espero seguir así.

Magnus: nunca hubiera llegado a este cuento si tu frase no hubiese actuado como disparador. Así que gracias de nuevo.

Un abrazo a todos.

Lüar de la Rosa dijo...

Fernando, por momentos creas ambientes idénticos a los microrrelatos de los "Crimenes ejemplares" de Max Aub.

Disfruto. Fuerte abrazo.

Acuática dijo...

Impactante cuanto menos... :S

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

No leí nada de Max Aub, Raul. Lo apunto.

No nos regodeemos en la cabeza de la protagonista, Acuática; un poco de sensibilidad.

César Socorro dijo...

Breve y demoledor.