viernes, 18 de junio de 2010

Síndrome de Estocolmo.

Sucedió hace un par de días. Xavi y yo caminábamos tranquilamente por la calle cuando fuimos secuestrados por tres tipos con muy mala intención. Dos de ellos llevaban barba postiza y el tercero tenía una cara que de ninguna manera podía ser de verdad. Uno de los falsos barbudos fingía además acento italiano.
Nos vendaron los ojos y nos metieron en la parte trasera de un coche adaptado para el transporte de fieras salvajes. Tras tratar de desorientarnos, dando un total de diez vueltas a la misma manzana, nos introdujeron a un Zulo de lo más insalubre.
Después para qué contar…
Nos ataron, nos obligaron a ingerir un brebaje de la verdad y nos obligaron a decir cuanto sabíamos sobre licencias creative commons, los últimos proyectos de Producciones Ociosas, los programas de juventud de la Unión Europea, la Internacional Microcuentista o la contracampaña esto no lo arreglamos entre todos, mientras nos torturaban con música rock de otro infierno.
Incluso me obligaron a leer microrrelatos en directo.
Ni qué decir tiene que lo pasamos la mar de bien.
Además tuvieron el detalle de entregarnos una copia de nuestra declaración.
¿Que no me creen? Aquí la tienen:

3 comentarios:

Víctor dijo...

Me pillaste, Fernando. Excelente manera (con un micro) de promocionar tus cosas y de darse autobombo.

Ahora me acabo de escuchar El Zulo.

Saludos.

Claudia Sánchez dijo...

Excelente. No tiene desperdicio.
Vamos Víctor... qué es eso de autobombo?... estrategia hombre, buena estrategia.
Saludos!

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

O sea que a uno lo secuestran y es autobombo. ¡O estrategia! Ahora comprendo a Federico Jiménez Losantos cuando lamenta que nadie apoye a las víctimas...