Ernst Dwinger, en su Siberian Diary (Diario siberiano), menciona a un teniente alemán -durante años prisionero en un campo en donde el hambre y el frío eran casi insoportables- que se construyó un piano silencioso con teclas de madera. En la más abyecta miseria, permanentemente rodeado de un grupo de desarrapados, componía una extraña música audible sólo para él.
Albert Camus.
5 comentarios:
No es que fuera audible sólo para él, es que los guardianes del campo no tenían la humanidad suficiente para oír esas notas
Supongo que Camus no escribió esto como un micro pero es un micro. Gracias por traerlo aquí.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Qué belleza. NO puedo decir más.
Un abrazo
La lástima, Miguel es que la humanidad suele alistarse antes entre los guardianes que entre los fabricantes de pianos mudos.
Me gusta entresacar fragmentos de obras más grandes que funcionen como micros, Pablo. Descontextualizados y vueltos a contextualizar...
La belleza de la lucha incesante, Baizabal. El tesoro de los grandes gestos.
Muchas gracias a todos.
Las mejores músicas a menudo son audibles sólo para quienes la sueñan. No está mal, eh?
Saludos y felicitaciones.
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