Mientras les mantienes circulando no hay peligro. Pero en cuanto se detienen, se miran y no tardan en descubrirse como iguales.
Entonces se reúnen y los fontaneros hablan de filosofía, las amas de casa leen pasajes de El Capital, y los estudiantes dan lecciones de política.
Por la mañana se limitan a maldecir a autoridades y banqueros pero por la tarde levantan ciudades imaginarias y para cuando cae la noche han abolido los relojes.
Cuando sale el sol, ya no recuerdan cómo era aquello de circular.
Fotografía: Alan Taylor.
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