La chica avanza en monociclo y su cuerpo se confunde entre los miles de rayas que pinta en todas sus prendas de ropa. Cuando está parada, hace malabares con bolos en llamas. Si se aburre, baraja un mazo de cartas del que siempre extrae ases. Duerme cabezabajo y nunca abre los ojos antes de que el sol haya cerrado los suyos.
—Comprendo que te resulte difícil quererme —dice.
Mientras, me pregunto cómo y de qué tipo de material se teje la red que no la deje escpar nunca.
Fotografía: James Jowers.
3 comentarios:
Sea como sea, no hay que dejar escapar a una chica así.
Bonito final para una mujer hermosa.
Ni que lo digas, Miguel... Pero es tan rematadamente difícil...
Hombre, Sr. Silencio, esperemos que no sea el final.
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