Yo no era guapo, era injustificadamente tímido, no sabía hablar a las mujeres y me movía como un pazguato. La tendencia del público en general resultó ser, de forma incomprensible, de rechazo a estas cualidades.
Sabino era guitarra y compositor de Loquillo y los Trogloditas. Suyos son todos los grandes clásicos de la banda, desde Cadillac Solitario a Rock´n´roll Star.
La cita adaptada a microcuento proviene de su libro "Corre, Rocker", en el que narra sus experiencias junto al figurón con cara de cemento que ¿cantaba? en la banda.
Es, como bien dices, Nicolás, subjetivo. Y también relativo.
Sin duda al común de los españoles le suena el nombre de Loquillo y no el de Sabino. Sin embargo suenan más las canciones de Sabino que las de Loquillo.
El uno era la fachada (de dos metros y algo), el otro el corazón. El uno era el farsante, el otro la autenticidad.
En algún momento del libro, Sabino lo plantea como una relación tipo Cyrano de Bergerac. Loquillo lleva como veintitantos años de carrera sin Sabino y desde entonces se ha travestido en todo lo posible -crooner, romántico, poeta-... Sin embargo, sus clásicos siguen siendo los del principio, los que componía Sabino.
Por lo que cuenta en el libro, Miguel, yo creo que más que ser rechazado se apartó el mismo de un mundo que -quizá por su juventud- le superaba.
Gabriel Sopeña también es muy bueno, pero es otra actitud y otro estilo. La magia de Sabino, creo yo, estriba en haber compuesto himnos adolescentes, con toda la sencillez que se necesita para eso y, a la vez, con toda la profundidad que se necesita para que, a día de hoy, se mantengan frescos.
7 comentarios:
¡Muy bueno!
No lo conocía.
Sabino era guitarra y compositor de Loquillo y los Trogloditas. Suyos son todos los grandes clásicos de la banda, desde Cadillac Solitario a Rock´n´roll Star.
La cita adaptada a microcuento proviene de su libro "Corre, Rocker", en el que narra sus experiencias junto al figurón con cara de cemento que ¿cantaba? en la banda.
Un saludo.
Con tales aptitudes era difícil darse a conocer al buen público, aunque todo es subjetivo.
Me gustó, un abrazo.
Es, como bien dices, Nicolás, subjetivo. Y también relativo.
Sin duda al común de los españoles le suena el nombre de Loquillo y no el de Sabino. Sin embargo suenan más las canciones de Sabino que las de Loquillo.
El uno era la fachada (de dos metros y algo), el otro el corazón. El uno era el farsante, el otro la autenticidad.
En algún momento del libro, Sabino lo plantea como una relación tipo Cyrano de Bergerac. Loquillo lleva como veintitantos años de carrera sin Sabino y desde entonces se ha travestido en todo lo posible -crooner, romántico, poeta-... Sin embargo, sus clásicos siguen siendo los del principio, los que componía Sabino.
Las canciones no mueren. Las personas sí.
Un saludo.
Quizás todo lo que se dijo sobre él y las drogas le estigmatizó pero desde luego es uno de los más grandes.
Ni Gabriel Sopeña, ni similares, han podido llegar a su altura, ni de lejos.
Saludos
Por lo que cuenta en el libro, Miguel, yo creo que más que ser rechazado se apartó el mismo de un mundo que -quizá por su juventud- le superaba.
Gabriel Sopeña también es muy bueno, pero es otra actitud y otro estilo. La magia de Sabino, creo yo, estriba en haber compuesto himnos adolescentes, con toda la sencillez que se necesita para eso y, a la vez, con toda la profundidad que se necesita para que, a día de hoy, se mantengan frescos.
Un saludo.
Sabino es lo peor.
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