Mi abuelo tuvo por coinquilino a un domador de leones.
Este le reveló que el secreto de su oficio consistía no tanto en confiar en su obediencia como en mantenerlos sobrealimentados.
Después de aquello, no volvimos a ver al abuelo.
Este le reveló que el secreto de su oficio consistía no tanto en confiar en su obediencia como en mantenerlos sobrealimentados.
Después de aquello, no volvimos a ver al abuelo.
5 comentarios:
Se me ocurren dos o tres a los que ofrecerles el coalquiler que quedó vacante.
Hoy me has hecho reír, Fernando. Gracias.
Si no te convencen las personas que te ofrece Pedro para cubrir la vacante en el piso, yo puedo sugerirte dos o tres más.
Será por nombres!!!
jaja me gustan los micros de circos y sorpresas.
Un saludo indio
Ah, amigos: qué rápido brota el instinto criminal cuando uno vislumbra la impunidad absoluta.
Saludos y gracias por pasar por aquí.
Felicidades Fernando. Te leeré con frecuencia , me gusta tu estilo.
Saludo
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