Mira que se lo dije:
—No quites el tapón, que si el
tapón está ahí es por algo.
Pues él contestó:
—Vamos, no me jodas…
Y vale: resulta bastante extraño
encontrar un tapón en medio de la nada. Un tapón de bañera, incluso con su
recubrimiento de metal y su cadenita. Sólo que de dos metros y medio de
diámetro.
Y se comprende que cuando acabas de
adquirir diez mil hectáreas de terreno urbanizable —futura residencia familiar,
las mejores calidades, complejo deportivo, jardín, casino, sauna y spa—,
tampoco te detienes porque aparezca un tapón.
—Vamos, ayúdame. —Se remangó.
Pero no las tenía todas conmigo:
alrededor del tapón había un anillo plateado, circular y perfecto, exactamente
igual que el del sumidero de una bañera. Sólo que de más de dos metros y medio
de diámetro.
Dije:
—¿No te parece demasiado esfuerzo y
demasiado dinero sólo para gastar una broma?
—Eso ha sido el cabrón del Julian.
—Tiró de la argolla. —Tú no lo conoces, pero el cabrón del Julián es capaz de
esto y de más.
También ambicionaba las tierras el
cabrón del Julián.
—¡No te quedes ahí parado y
ayúdame!
Y mira que le repetí que a lo mejor
era mejor esperar.
Que yo no las tenía todas
conmigo.
5 comentarios:
Me dejaste con las dudas...Pero imaginé que quitaron el tapón y se fueron por el desagüe...
Besos desde el aire
Es una buena metáfora de como una economía que decían era boyante se fue por el sumidero.
Me gustó.
Abrazos.
Muy bueno y muy visual.
Empiezas con sonrisa.
Sigues con sonrisa amarga.
Acabas con lo amargo,solo...
Y es que ¡es muy veridico!
Muy bueno.Un saludo.
Recuerden, amigos y amigas: no vayan por ahí tirando de tapones sin ton ni son.
Un saludo. Y gracias por pasar por aquí.
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