miércoles, 16 de mayo de 2012

Disfraz.


Dice que a veces el diablo viene a visitarla y que trae flores y champán, recuerdos de una juventud que no sabe si vivió o se inventa.
Vuelve a ver los amplios ventanales y también los bombardeos. Escucha los cascos de los caballos que tiran del carruaje, pero ya no es capaz de distinguir si agitaba un pañuelo desde dentro o estuvo a punto de arrollarla.
Todo era sucio entonces. Millones de bocas desdentadas gritaban con el puño en alto, pero es incapaz de precisar si era junto a ella o en su contra.
Después la inmensa pobreza y también el matrimonio. Dos hijos que murieron bien de hambre o bien de frío. Las caras de gentes grises y sus andares sombríos. La nieve de un invierno que parecía no tener fin.
Dice que a veces el diablo trae flores y champán, pero ya no es capaz de adivinar si es la primera vez que prueba la bebida de burbujas o si son las primeras flores que no se ve obligada a comerse.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy nítido, puedo verla al mismo tiempo tanto en opulencia como en miseria, y es la misma mujer.

Quizá, la frase final de las flores podría acomodarse en alguna forma que conseve y cierre el hermoso ritmo de todo el texto. Saludos.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Gracias por tus palabras, Yunuén. Y por tu consejo; miraré de cómo retomar esa frase...

Un saludo.