lunes, 11 de junio de 2012

Conclusión.


Sus mensajes de odio vibran milésimas de segundo antes de aparecer en la pantalla. Fue ella quien me dejó pero no le basta. Cree que para completar el cuadro necesita dibujar una buena venganza. Con planes maléficos y explosiones y ángeles con pífanos. Supongo que me quiso como nadie y en eso radica que ahora me odie como nadie. En cierta manera es halagador y hasta bonito de pensar. No evita, por otra parte, que cada vez que salgo de casa tenga que andar vigilando mis espaldas, ni que deje un papelito en el dintel por si al regresar me estuviera esperando. Ni que todos los días me arrepienta de haber correspondido a la inmensidad de su amor con la pequeñez del mío.
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3 comentarios:

Anita Dinamita dijo...

Hay amores que mejor no tener, por halagador que resulte.
Me gusta la imagen de los ángeles.
Un abrazo

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Pues ya es raro, porque eso suele suceder cuando es el otro quién decide que la historia ha llegado a su fin.

Me pasa como a Anita, la imagen de los ángeles con pífanos me parece sublime.

Un abrazo,

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Hay amores, Anita, que ni siquiera deberían llamarse amores.

Raro y tenebroso, Pedro. Raro y tenebroso.

La imagen de los ángeles con pífanos sin duda la veremos todos antes o temprano. Es sólo cuestión de esperar el fin del mundo.

Saludos.