viernes, 22 de junio de 2012

Reflexiones de un microrrelatista en paro: utopías.


LO QUE MÁS ME JODE de la falta de horizonte es la propia falta de horizonte. Mientras todo se derrumba, mientras a lo más que se puede aspirar es a agarrarse a un clavo ardiendo —por más que este clavo esté en el aire— , vamos olvidando que una vez la sociedad llegó a tener sueños, planes para un mundo mejor.

DURANTE LA EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO FELIZ, en los años cincuenta, se dibujaron las fantasías tecnofuturistas cuya fecha de realización se situaba en el año 2000. El año en que viviríamos tendidos sobre divanes voladores, mientras una legión de androides se afanaba por realizar el trabajo manual, servirnos copas y cumplir nuestras necesidades sexuales. El año en el que viviríamos en ciudades civilizadas e higiénicas donde la pobreza, la enfermedad y la fealdad habrían sido erradicadas.

PUEDE RASTREARSE que la sociedad que alumbró estas fantasías se dedicaba fundamentalmente a importar riqueza y exportar miseria; mientras soñaban el paraíso dentro de una burbuja de infinito desarrollo, convertían la vida real de gran parte del planeta en un anticipo del infierno. Pero no hablo de los límites de la realidad sino del horizonte; la autocrítica no tiene por qué estar inscrita en él.

HAN TRANSCURRIDO poco más de cincuenta años. Continuamos realizando las tareas pesadas, y hemos alcanzado a comprender que la noción de desarrollo infinito conduce en línea recta a la autodestrucción en un planeta de recursos limitados. Sabemos que para que unos utilicen un mayor número de recursos otros carecen de la inmensa mayoría de ellos; pero no hablo de lo que sabemos sino de lo que esperamos. Y lo que esperamos ya no es un mundo mejor. Todo lo contrario.

EN EL PAÍS donde vivo, recientemente se ha vetado la sanidad gratuita para inmigrantes que no tengan los papeles en regla. El argumento es que, sin aportar a los fondos públicos, gastan unos dineros que el estado español no tiene. Es un argumento falaz; por mucho que un inmigrante no ingrese en las arcas públicas vía retención de la nómina o vía declaración de la renta, es radicalmente imposible que deje de ingresar vía impuestos indirectos con la compra de cualquier producto. Pero, ante todo, es un argumento indecente: la salud, como la alimentación, no es un privilegio; es un derecho humano adquirido por el mero hecho de existir. Y uno de los pocos meritos que tenía este país, uno de los pocos por los que podíamos considerarnos una sociedad civilizada, era garantizar ese derecho tanto a los de dentro como a los de fuera. Un mérito que se va por el sumidero.

LA UTOPÍA se define como ese lugar al que, por más que avances, nunca vas a llegar. Pero la grandeza de la utopía no se sitúa tanto en su consecución como en tender hacia ella; en perseguir la luz del faro de un mundo mejor. Mientras se estrechan las perspectivas, mientras los recursos se acumulan cada vez en menos manos, se reduce al mismo tiempo la distancia con el horizonte. Ya no pretendemos llegar muy lejos. Ya nos conformamos con tener un puesto de trabajo, alcanzar a pagar la hipoteca, y abonar una cada vez más mermada lista de la compra. Mejor no ver el sol que permanecer bajo la lluvia de meteoritos. Han logrado que nos conformemos con vislumbrar horizontes egoístas, mezquinos y pequeños y eso no es lo peor; lo peor es que ni siquiera los vamos a alcanzar.
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4 comentarios:

Yashira dijo...

Fernando qué razón tienes, pero qué triste me resulta que la tengas. Poco a poco estamos retrocediendo en todo, y lo peor es que ha sido por culpa de unos cuantos que han chupado todo lo que han querido y más. La mayoría nos hemos limitado a vivir como mejor podíamos, pero ahora nos encontramos con que nos han robado la posibilidad de un horizonte decente.

Un abrazo desde mi mar,

Nicolás Jarque dijo...

Fernando, la labor de publicidad y de desgaste que muchos están haciendo contra el conjunto de la sociedad es eficaz, hay que reconocerlo. Con todo este anuncio del apocalisis en forma de rescate cualquier recorte está justificado. Volveremos a la sociedad de los años 20 en el que aquí vivían unos ricos y malvivían la mayoría sin apenas derechos.

Espero equivocarme pero el horizonte que nos plantean cada vez está mas lejano, va ser imposible que volvamos a la playa nunca más.

Abrazos.

Elysa dijo...

Estas reflexiones son las que nos hacemos muchos, sin palabras retorcidas y de una manera clara has expuesto nuestra realidad, el ahora y por tanto estás reflejando el futuro y eso es lo que más miedo da.

Besitos

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

No nos preocupemos tanto, amigos y amigas: hoy mismo el señor Rajoy ha anunciado que habrán nuevas reformas -es decir, recortes-, que serán jodidas pero que, oiga, crearán empleo y bienestar sí o sí. Todos entendemos que la condición necesaria para el crecimiento es el recorte, como que lo mejor para abonar un terreno fértil es la sal.

Salud.