No es la mano de Dios la que hace
girar el reloj de arena del mundo sino el empuje esforzado de millones de
brazos y mentes, la aplicación de la suma de fuerzas sobre un punto preciso.
No es la mano invisible del mercado
la que coloca cabezabajo al hombre, la que lo agita y lo estruja hasta vaciarlo
por entero, sino una agrupación de ambiciones y poderes, hilos visibles si se
quiere y se sabe dónde mirar.
No es la mano del gobernante la que
lanza a las fieras sino el pueblo que no sabe adiestrarlas a su antojo, el que
olvida retener para sí la llave de la jaula del gobernante.
Casi en el centro de la tierra, a
pico y barrena, está escrito el primer mandamiento: «Invirtamos el reloj».
6 comentarios:
Como tú dices se nos ha olvidado que el poder está en el pueblo y seguimos balando como ovejas camino del matadero...No tenemos remedio.
Besos desde el aire
Hasta que no lo interioricemos, que el poder está en el pueblo y se lo hagamos ver a los de arriba, aunque sea a la fuerza, esto no cambiará, el reloj no se invertirá.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Pues sí, invirtámoslo, pero hagámoslo pronto o nos dejarán ni la capacidad para movernos, espero que la conciencia llegue a todos antes de que seamos pisoteados como hormigas.
Un saludo Fernando.
Fernando, si fuese tan sencillo como invertir el reloj, yo mismo me aventuraría a buscarlo y a sacrificarlo para que todo cambiase. Pero me temo que a los que está situación les viene de maravilla no me dejarían.
Un fuerte abrazo.
Antes o después lo invertiremos, amigos y amigas. Más bien antes que después. Los mineros nos están mostrando el camino: cero concesiones a esos hijos de puta.
Salud.
La unión hace la fuerza. INVIRTÁSMOLO!!
;)
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