Yo pretendía hablar de las personas, de sus
sentimientos y de sus quehaceres; de la grandeza y la miseria de sus vidas.
Pero ocurrió que, en algún momento, en algún punto
del choque de trenes entre mi ya olvidada infancia y mi larguísima
adolescencia, comencé a sospechar que mis semejantes obedecían instrucciones
impresas sobre un circuito integrado, inserto en alguno de sus muchos recovecos.
Sus sentimientos y pasiones dependían tanto de la
calidad de sus piezas como de la versión de su sistema operativo y las
aplicaciones instaladas en él.
No quedó más remedio que escribir cuentos sobre
máquinas, androides aparentemente humanos, con historias también aparentemente
humanas.
Al fin y al cabo era para lo que me habían
programado.
3 comentarios:
Zas. Toma frase final. De vuelta y media. Abrazos, Fernando.
Coincido con Víctor. Frase final brillante y un perfume a Bradbury a lo largo de toda la pieza.
Abrazo.
Gracias, Víctor y Pedro. He leído poco a Bradbury pero siempre me ha flipado su ciencia ficción poética.
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