jueves, 8 de octubre de 2009
Mi Concepción.
El hombre cae contra la puerta, haciendo que rebote en la pared.
La mujer de la cama no lo siente. Vasito de agua y frasco de somníferos en la mesilla, está en otro lugar, volando una cometa de su infancia o entre ángeles asexuados y sonrientes.
El hombre se abalanza sobre ella, clava los dientes en su nuca, y roza su entrepierna contra el hueco de su culo, un segundo antes de encontrar el agujero que busca.
No podemos considerarlo violación: el hombre sólo cumple con su deber conyugal.
La mujer gime. No sabemos si por el triste empuje o porque continúa viajando en otras direcciones, sobre una mandorla mística.
El hombre acaba deprisa y gruñe sobre su pelo antes de quedar profundamente dormido.
La mujer sigue soñando.
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