Educado en las películas de Walt Disney y en las superproducciones románticas, persuadido de la importancia de encontrar el amor único, universal y eterno, Alfonso está inmerso en el mágico momento de su primer beso. Profundo y real. Con lengua.
Cuando se separa de Maribel, cuando se miran emocionados y sorprendidos al final de un viaje tan breve como intenso, sigue el guión:
—Te querré siempre.
Tras otro beso —más breve—, ella responde:
—Y yo a ti.
Ambos miran alrededor, esperando a que los animales empiecen a cantar.
7 comentarios:
Y no cantan, pero les importa un bledo.
Me ha gustado mucho este relato, lo encuentro exquisito en la expresión y en su estructura. Por cierto, pocas veces las introduciiones a las historias llaman tanto mi atención. Enhorabuena.
Jajaja! Siempre se me hizo taaaaan cursi Walt Disney!
El mundo al revés, el cine sonoro y la realidad muda.
Salut
PD: Contenta de leerte de nuevo.
¡Chulísimo!
Muchas gracias a todos.
Y en ese momento, ¿seguro que no cantan?
Saludos
Según mi experiencia, Avelino, los animales surgen de dondequiera que se oculten y empiezan a cantar siempre en el momento justo de terminar un beso. Supongo que es así para todos, ¿no?
Gracias por pasar por aquí.
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