viernes, 8 de octubre de 2010

Guiñol.


El coche era robado. La identidad, falsa. La mansión de ensueño resultó pertenecer a otra persona. Hasta su aspecto físico —una vez la policía desbarató peluca, bigote, alzas, relleno y maquillaje— resultó ser un fiasco.
Aún así no podía dejar de pensar que era el hombre de su vida.

Safe Creative #1010077525183

(Este microrrelato aparece hoy en La Internacional Microcuentista. No dejen de pasar por allí.)

5 comentarios:

Héctor Ugalde dijo...

Y es que el amor, más que ciego, es pura ilusión.
Nos enamoramos de fantasías o de fantasmas... De lo que no existe, o de lo que ya no existe...
¡Muy buen microrrelato!
¡mUCHos salUCHos! :]

Anónimo dijo...

Y probablemente lo era.

Saludos!

Miguel Baquero dijo...

Es que, pese a todo, tenía un algo inexplicable

Anónimo dijo...

Pero tenía la córnea de un blanco luminoso. Irresistible.

Salut

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Lo importante sería averigüar quién engañaba a quién...

Gracias.