Lloran. Queman tatuajes con nombres oprimidos dentro de corazones. Hay quien vaga con ojos vacíos y quien lleva una soga alrededor del cuello o una pistola apoyada en la sien. En todos los carteles indicadores para llegar aquí está escrito y tachado «Te quiero».
Fotografía: Dorothea Lange.
5 comentarios:
Escrito y tachado, claro. Imposible el uno sin el otro.
He llegado a este blog por casualidad (ya no recuerdo ni que ruta seguí ni como lo conseguí) pero hace tiempo que me he enganchado a estos pequeños relatos. Seguro que mi opinión no tiene demasiada importancia puesto que yo de escribir, sé casi lo mismo que de física cuántica (nada), pero de todas maneras me animo a decir que me maravilla cada una de estas pequeñas historias y la habilidad para contar tantas cosas en tan pocas palabras...Mi enhorabuena al autor. Un saludo, Irene
Justo estaba leyendo esto y sonaba en la radio "Por el bulevar de los sueños rotos"
Exquisita versión de una historia tan simple que a cualquiera le podría pasar. Felicitaciones!
Y tachado y vuelto a escribir, Esteban, en una sucesión dolorosa y aparentemente infinita.
Me alegro que te gusten mis relatos, Irene. Y espero que sigas pasando por aquí.
Hoy por hoy, Miguel, casi que todos los bulevares son de los sueños rotos; tal vez por las pesadillas que encierran los escaparates.
Y todos somos cualquiera, Martín: todos.
Muchas gracias por las visitas y los comentarios.
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