viernes, 18 de noviembre de 2011

Faena.


Erguido el paso, recia la postura, tambaleante el corazón. Así se planta Valderas ante la puerta de Rosario, pum, pum, pum, tres golpes en la puerta que hacen temblar el edificio.
Viene de salir a hombros en Las Ventas: Feria de San Isidro, público selecto y un morlaco de los que ya no se fabrican; una bestia mitológica a la que ha obligado a arrodillarse antes de la estocada que le ha abierto las puertas de la Historia.
Rosario no sabrá nada. Siempre que torea desenchufa la tele y esconde la radio, 
—Que se me sale el corazón, pum, pum, pum, mi niño, que se me sale el corazón.
Y ahora sí que sí. Ahora la promesa es un diestro consagrado y le van a llover jurdeles como para comprarle un castillo, vestirla de oro, y llevarla de vacaciones a la luna.
Pum, pum, pum, vuelve a llamar. 
Pum, pum, pum.
Y en lo que tarda en reconocerle de las fotos, el marido de Rosario le ha atravesado el corazón.

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6 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Se me agotan las alabanzas, Fernando.

Una historia de cuernos por duplicado, de amor y desgracia en día de gloria. Y todo en unas pocas líneas.

¡Fantástico!

Un abrazo.

Rosa dijo...

Plas, plas, plas. Has inventado la microcopla, solo le falta la música.

Besos desde el aire

Elysa dijo...

Tremendo ese final por lo inesperado, me parece un micro muy bueno.

Besitos

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

No hay que confiarse, amigos y amigas: nunca se sabe quién estará esperando tras la puerta...

Gracias.

Anónimo dijo...

¡Nooo por dios! Demasiado gusto por el peligro, ni hablar.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Valderas vivía al límite, Yun. Y qué duda cabe de que allí murió...