viernes, 11 de noviembre de 2011

Último trayecto.


Los compañeros del pasaje que están a bordo del transporte público, caldo de cultivo del proletariado, fuente musculosa de trabajo corporal, olla a presión de un resentimiento de clase que solo aguarda el liderazgo de un cerebro activista. Hedor a transpiración combinada con colonia barata. Atuendos de colores sosos que reflejan diversos climas adversos. Pantalones del color del agua que se acumula en las alcantarillas. Blusas y blusones del color de las nubes sucias. La piel facial de los compañeros del pasaje del vehículo presenta arrugas por culpa de la opresión. Solamente se requiere que este agente se encarame en posición aguerrida encima de un asiento tapizado para que pueda ser visible por todos los presentes. Tal vez también que agite un puño en alto. Al momento siguiente anunciará que ha llegado el rescate. El agente-yo asumirá el mando con disciplina severa, haciendo fermentar a los proletarios ignorantes para que se sacrifiquen a sí mismos por la acción de la gloriosa revolución. Espoleará a sus compañeros de pasaje para que se amotinen, abrumará salvajemente al capitán hasta que renuncie a su demagogia corrupta, y a continuación la muchedumbre cogerá el timón: primero del transporte público y después de todo el Estado nacional descarriado.

Chuck Palahniuk.

2 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

El único problema que le veo (al agente-yo, que no al micro) es que acabe o bien luciendo corbatas de seda con brillo a juego con su gomina, o vestido de traje de faena militar autoproclamado comandante.

Sin esas sospechas, le seguiría; pero sospecho que la edad me ha oxidado la inocencia.

Buen trabajo, Fernando.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

En realidad, el trabajo hay que agradecérselo a Chuck Palahniuk. El texto lo he entresacado de su última novela publicada en España, Pigmeo.

Un saludo.