miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ambición.


En casa siempre tuvimos prohibido el ABC.
Y eso que, según aseguraba el tío Paco, mi padre había sido lector de compra diaria, lectura reposada y archivo de ejemplares por día, semana, mes y año.
Pero la fastidiosa mañana del 1 de septiembre de 1939 se produjo una ruptura que no tendría reconciliación.
Fiel a su costumbre, mi padre fue a comprar el periódico nada más salir el sol y encontró, en cuerpo gigante, con la misma tipografía que luego utilizarían todos los videojuegos de derribar aviones, el siguiente titular:
HITLER INVADE POLONIA.
Mi padre, nos contó el tío Paco, vio robada la única aspiración que había tenido en la vida.

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5 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

SirmprE ha habido de los que apuntan alto.

Estupendo micro.

Un abrazo.

David Moreno dijo...

Con las ambiciones de cada uno no se juega, y si no, atentos a las consecuencias...

Un saludo indio

Anita Dinamita dijo...

Se me ocurren varios puntos de fuga al final del relato.
Me gusta mucho la sencillez que parece tener.
Un abrazo

Narrativa Cuántica dijo...

Me encanta el contraste entre el costumbrismo y el esperpento.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Tampoco era una ambición tan grande, Pedro, David. Lo que pasa es que a esos alemanes siempre les hemos caído mal.

Uno siempre puede conformarse con conquistar otros países, Anita, pero la sonoridad de Polonia es la sonoridad de Polonia... Padre, el pobre, vio poco puntos de fuga a los que aferrarse tras el duro golpe.

Ay, Narrativa Cuántica: para el sufrido pueblo español, al que me deshonro en pertenecer, no existe tal contraste: costumbrismo y esperpento vienen siendo uno y trino desde tiempos de los Reyes Católicos, como tan acertadamente mostró Valle Inclán en su Luces de Bohemia. Baste explicar que Valle Inclán murió de hambre y de frío pero cada año, por el Día Mundial del Teatro, la intelectualidad española coloca una bufanda alrededor del cuello de su estatua.

Un saludo a todos. Y gracias por pasar por aquí.