miércoles, 15 de febrero de 2012

Hacienda.


En Pagania, el último reducto que sobrevive a la demolición del sistema feudal es el Condado de Morolotrece.
Con el paso de los siglos, su extensión se ha visto mermada por desamortizaciones, expropiaciones y ventas parceladas y, en la actualidad, apenas sí alcanza para contener el castillo desde donde el conde ejerce el poder.
Pero más perniciosas que la merma territorial fueron las ideas disolventes que trajo aparejadas; desde finales del siglo XVIII, los vasallos vienen exigiendo liberación, igualación, fraternización y otras cosas terminadas en on, contra las que sucesivas generaciones de condes se han visto obligadas a añadir sucesivas capas de protectoras.
A día de hoy, el castillo se haya protegido por una muralla de elefantes que lo circundan día y noche, seguida de una horda de arqueros turcos que tienen la curiosa costumbre de tensar la cuerda con los pies, y rematada por un silo de misiles con sensor de movimiento.
El Conde y su familia habitan un búnker acondicionado en los sótanos del castillo. Una vez cada cuatro años, asoman a la luz del sol para saludar a sus vasallos y recordarles que ni siquiera el todopoderoso tiempo puede arrollar a su linaje.
Todos —a excepción, quizá, de los impedidos— se arrodillan y juran lealtad mientras el sistema de megafonía emite un himno sobre campos sembrados de enemigos, espadas justicieras y cólera de Dios.
El resto de días se dedican a sus quehaceres.

Safe Creative #1202151087445

No hay comentarios: