RESULTA RECONFORTANTE asomarse a las
civilizaciones pasadas y sus sistemas de creencias obsoletos. Pensamientos
míticos, mezcla de ingenuidad e ignorancia. Dioses del todo imaginarios en
comparación con los nuestros.
23.000 MILLONES de euros es la
cantidad que el Estado Español destinará al rescate de una entidad bancaria
fraudulenta, Bankia, que amenaza con hundir el sistema financiero en un país en
el que todo lo demás lleva tiempo hundido. Una cantidad de dinero inimaginable.
Y hablo de forma literal. Prueben a imaginar 23.000 millones de euros en
monedas y billetes. Prueben a traducirlo en botes de mermelada o ramos de
flores.
No podrán.
LA IMAGEN que me viene a la cabeza
es la de una señora mayor ante el escaparate de una tienda de electrodomésticos.
Frente a un panel de televisores donde se proyecta, una y otra vez, la enormidad de un tsunami que acaba de arrasar un archipiélago del Pacífico que, hasta el
momento, no sabía que existía. El miedo paralizado ante la visión de lo
incontrolable.
BANKIA se fundó hace apenas año y
medio. Con una propina de 4.665 millones de euros por parte del Estado Español
para que diera sus primeros pasos. Pertenecía a ese olimpo de entidades
financieras capaces de multiplicar el dinero sin multiplicador y de obtener
crédito infinito en las condiciones más favorables. No podía ser de otra
forma puesto que tras cada proyecto humano desastroso, tras cada aeropuerto sin
tráfico aéreo y cada parque temático de la ruina, tras cada nueva urbanización
que, por puro cálculo numérico, no sería habitada jamás, encontrábamos a la
entidad arrojando dinero en forma de lluvia en cantidades inimaginables. Sin
olvidar que sus sumos sacerdotes, su caterva de papas, cardenales y obispos,
percibían por su labor cantidades de dinero inimaginables también.
Y hablo de forma literal. Prueben a imaginar los 14 millones de euros que el
exdirectivo Aurelio Izquierdo cobrará en concepto de prejubilación y plan de
pensiones. Prueben a traducirlo en los gastos de su día a día o a su sueldo a
lo largo de cinco o seis reencarnaciones.
No podrán.
LA SEÑORA DETENIDA ante el
escaparate de la tienda de electrodomésticos ve cernirse el desastre. Por el
panel de televisores, desfilan personas con gesto serio, traje y corbata. En
los rótulos, la cantidad de millones con la que el Estado tendrá que rescatar a
Bankia. No aparecen aldeas arrasadas por las aguas ni bebes hinchados con los
ojos comidos por las moscas a la deriva, pero la señora siente el mismo tipo de
pánico.
DICEN QUE EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO
surgió hace no menos de 8.000 años, cuando a un griego con el estómago lleno se
le ocurrió preguntarse si los rayos eran obra de Zeus u obedecían a un proceso
tan natural como la reproducción humana, estableciendo la división entre la
lógica y el mito.
COMO CUALQUIER OTRA RELIGIÓN,
Bankia era una estafa. Un sistema de creencias sin más valor que el que sus
fieles querían darle. Es imposible multiplicar dinero sin multiplicador como es
imposible obtener crédito infinito. Y es casi de agradecer que el hundimiento
de la entidad no suceda fuera de las pantallas, que no se haya inscrito en el
mundo real, que no se derrumben sus edificios ni ardan sus oficinas, que no
vengan puerta por puerta a saquearnos uno por uno hasta sumar 23.000 millones, que
no exista más allá de la noticia de un agujero económico inimaginable que se
cubre con una cantidad de dinero que, por imaginable, no llega a existir.
LA REITERADA NEGATIVA del Partido
Sacerdotal en el gobierno a abrir una investigación, el secreto de confesión al
que se ha visto atado de pronto el Gobernador del Banco de España, el silencio
sepulcral en el que se mantiene el Fiscal del Estado ante los más de 23.000
millones de indicios de estafa criminal, sirven para apuntalar ese fatalismo de
la existencia al azar. Nada se pudo hacer. Vino el tsunami y arrastró la caja
fuerte. Con todo el dinero dentro. No existen culpables. Ni siquiera errores
que no lo son. Existen fuerzas de la naturaleza que operan fuera del control de
los deseos humanos. Designios divinos. Lo mejor será arrimar el hombro, rezar
juntos, y arreglar a fuerza de penitencia, hambre y sudor las consecuencias del
desastre.
RESULTA RECONFORTANTE vivir en un
sistema económico, político y social basado en la fe. Asumir la fatalidad y
seguir penando. Lo contrario, sería admitir que los tsunamis financieros no
están provocados por fuerzas divinas y mucho menos naturales. Que sus causantes
tienen nombres, responsabilidades y apellidos. Que tras el baile y la
sustracción de cifras hay manos más que negras. Y que el hecho de que no se
investiguen obedece a que no existen líneas divisorias entre la banca, los
partidos políticos, los poderes públicos y la simple y pura mafia. Que el
sistema que encumbra, perdona y protege a los causantes de tsunamis financieros
es una puta estafa recubierta de oropeles democráticos. Que no sólo vivimos
bajo el yugo de una oligarquía sino que, además, esta es tan criminal como
impune. Que es más soportable obedecer a una fe fosilizada que aceptar la
realidad.
4 comentarios:
Fernando, totalmente de acuerdo. Bancaja, que es la que yo conozco y forma parte de Bankia, ya se rumoreaba mucho antes de la fusión con su rescate, y el juntarse con CajaMadrid ha sido un cóctel que ya veremos como tragamos. Deberían sentarse en el banquillo tantos responsables que tendrían que abrir una cárcel nueva para acogerlos.
Veremos caer a más.
Un saludo.
Hum, Nicolás, me da que no andamos muy lejos geográficamente. Donde yo vivo, Bancaja iba mano a mano con su aliada natural, Caja de Ahorros del Mediterráneo. Otro tsunami financiero por el que, de momento, tampoco ha pagado nadie.
Salud.
De lectura dominical por tu blog... Qué mañana más grata . Sólo un pequeño comentario: es imposible, efectivamente, imaginar esa cantidad. Imaginen simplemente qué eso significa qué a cada uno de ustedes le han quitado 500 euros para dárselo a bankia. Es decir: sí usted vive con su pareja y dos niños les han quitado 2000 euros. Y si dicen: pero si yo no los tenía ¿cómo me los van a quitar? Pues dejandole sin sanidad gratuita, subiendo el iva... Hay mil formas, pero han robado a usted 2000 euros, ni uno menos...
Abrazos y sigo con la lectura...
Gracias, Sibreve. Interesa que las cifras sean así: apabullantes, siderales e inimaginables. Que estén, por así decirlo, fuera de nuestro alcance. Si tuviéramos que pagarlo a tocateja -o ser embargados de resultar incapaces-, lo veríamos como algo concreto, sólido y rotundo. Sería entonces mucho menos soportable.
Un saludo. Y gracias por pasar por aquí.
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