Eché lagartos vivos y colmillos de gato sietemesino. Traje el corazón del búfalo y el cráneo de un recién nacido. Removí la mezcla y acompañé tu voz mientras rezabas en lenguas muertas. No esperaba que la maldición fuera destinada a mí.
La perturbadora fotografía pertenece a la no menos perturbadora Alejandra Alonso. Pueden encontrar más aquí.
12 comentarios:
A mí tampoco.
Eso te pasa por fiarte, ays
Un saludo indio
Muy bien, tiene mucha fuerza.
Un abrazo
Buen final! Sorpresivo. Me gustó mucho!
Ojo con las pócimas, son muy peligrosas:
http://realidadesparalelos.blogspot.com/2009/11/filtro-de-amor_23.html
Un abrazo, Fernando.
Muy bueno Fernando. Espero que no sea la perturbadora Alejandra que capturó tu alma en su cámara y ahora andes deambulando entre lentes y memorias.
Saludos!
Yo le hubiera puesto clavo, que le suaviza la acidez al cráneo, que luego es indigesto y la maldición no te deja pegar ojo...
Las maldiciones con colmillos de gato sietemesino no suelen dar resultado. Aunque los sapos digan lo contrario.
Salut
Uno nunca sabe para quién trabaja.
Gracias por escribir este micro,
PABLO GONZ
Las maldiciones, amigos, ya se sabe como son: uno no quiere creer que le ocurran ni que le toquen y ni siquiera que existan. Pero haberlas, haylas. Palabrita del niño Jesús.
Muchas gracias a todos.
Buenísimo Fernando, me gustó mucho la descripción de los ingredientes, tanto que me quedé con ganas de más.
Cuidado, Walter: Cuántos más ingredientes tiene la poción, más peligrosa y dañina es. ¡Gracias!
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