miércoles, 8 de septiembre de 2010

Nobel.


Lo que no se atreverán a negar es que fui el más importante científico de todos los tiempos.
Gracias a mis deducciones y mis cálculos se pudo construir la máquina, el dispositivo de memoria que almacenaba en su interior toda la información existente.
¿Acaso no me cedieron el honor de inaugurarla, de pulsar el botón de “On”, de accionar sus pensamientos?
Habrá quien opine que, ya puestos, podía haber sospechado que la información es una energía tan presente como la gravedad pero con tanta fuerza como el electromagnetismo.
¿Pero acaso no fui yo quien formuló la hipótesis mientras la máquina absorbía invitados y autobuses, edificios y ciudades? ¿No fui el que pronosticó que, probablemente, el exceso de información y materia absorbida comprimirá la máquina hasta un micropunto de densidad infinita, aumentando su temperatura en millones de grados y provocando su más que segura explosión en un nuevo big-bang?
Cuanto menos merezco un reconocimiento.

Safe Creative #1009087277441

3 comentarios:

Torcuato dijo...

Brillante.
Un saludo.

Anónimo dijo...

¡Qué menos que un reconocimiento!
Inquietante.
Salut

Miguel Baquero dijo...

Si hubiera patentado el invento en su momento, ahora sabríamos a quién atribuirle el big.bang, pero como lo hizo por vaguete...