No soy nuevo en esto. Dediqué siglos a apuñalar la órbita de la luna y a recoger la brisa de las mareas. Trabajé recogiendo el amanecer en los campos y enterrando el frío invernal para que no dañara a los recién nacidos. Consolé a los árboles. Enseñé a los animales cuánto debían saber sobre el instinto. Y aunque quienes me encuentren verán un hombre derruído, no podrán más que disfrutar mi obra.
Fotografía: William M. Vander Weyde.
8 comentarios:
Muy original; o sea, muy sentido. Todo un grito de guerra en labios de un escritor: renacen las potencias y se expresan, lo cual yo celebro.
Más abrazos,
PABLO GONZ
Hay mañanas en las que uno se levanta poético. Mañanas bellas sin duda, pero tan arduas...
Muchas gracias, Pablo. Y un abrazo.
Es un auténtico poema. Un auténtico y gran poema
Un poco mas de encarrilamiento se hubiera apreciado pero ¡Bravo!
Brillante Fernando, de verdad. Con ese curriculum uno se queda pasmado, sin palabras.
Un abrazo
admirable obra
Lo encuentro magnífico (metafóricamente crítico también).
Un saludo.
Muchas gracias a todos. La verdad es que tuve muchas dudas a la hora de publicarlo. Más que un relato, es microprosa poética.
Me alegro de que os haya gustado.
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