viernes, 12 de noviembre de 2010
Reencuentro.
Los jarrones caen de sus repisas, el cabecero se desclava de la pared, los enchufes saltan, los muros se resquebrajan y la ciudad entera comienza a temblar con estruendo.
—¡Ellos otra vez! —concluyen los servicios de emergencia.
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11 comentarios:
...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
TEORIA DEL MINIMO RELATO
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
FERNANDO
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.
José
Ramón...
¿Gigantes tal vez?
Un saludo
:)
Que llamen a los cazafantasmas. Es un trabajo para ellos.
Un abrazo.
necesito una ducha. fría.
y un cigarrillo.
Gracias por el poema, José Ramón. Me siento como una colegiala con trenzas.
Torcuato y Acuática: aportáis visiones del cuento que a mí jamás se me hubieran ocurrido...
Yo también necesito un cigarrillo Vitt. Si consigues uno me lo pasas.
Gracias Vittt, ahora lo pillo.
Es que la fotico se las trae.
Un abrazo.
Divertido e interesante este micro, Fernando. La fotografía es fundamental, lo cual es este medio no importa, pero piensa que en su momento estos micros serán publicados en papel y entonces deberás ceñirte al espacio del texto.
Abrazos,
PABLO GONZ
Bueno, Pablo: la fotografía proviene del texto y no al contrario. Los cuentos están ahí, escritos en papeles sueltos, en documentos informáticos, en libretas... Yo los voy rescatando y subiendo al blog y es entonces, en el preciso momento de publicar, cuando busco la foto.
En este caso, no pude resistirme a esa encantadora y a la vez siniestra pareja -¡dios, la expresión de ambos!- y el punto definitivamente surrealista de la jaula de pájaro. Creo que podrían encarnar perfectamente a los personajes del cuento, pero, de no haber foto, ¿no los hubieras imaginado de todas formas?
Duendes del parque... estoy seguro ¡¡¡
a ver si parlem.
He hecho el ejercicio. Al leer el relato sin foto veo a dos personas haciendo el amor de un modo estruendosísimo (en la línea de las famosas siestas de Macondo). Al leerlo con foto veo que esas dos personas son dos viejecitos con unas caras alucinantes que pasaron algunos años juntos pero luego se distanciaron o los distanciaron. Ya en aquella época causaron desórdenes con su modo de amarse. Y ahora, cincuenta años después, vuelven a encontrarse y a amarse de la misma manera. Los servicios de emergencia recuerdan (quizás quedó como un mito) y ellos, por su parte, han seguido siendo los mismos (a pesar de la distancia). En resumen, el hecho de que sean viejecitos abre un mundo de posibilidades que en ausencia de la foto se pierde.
Uf, qué petardo. Perdona y callo.
A eso me refería, Pablo. Cuando escribí el relato probablemente imágine a dos jóvenes fogosos o a una pareja de monstruos japoneses. Dar con la foto de los ancianos amplificó la dimensión cómica y, al mismo tiempo, limitó el significado, pero siempre procuro que los micros funcionen de las dos maneras, con fotografía o sin ella.
Y nada de pedir disculpas, que eso está muy feo.
Un abrazo.
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