Leo manuales sobre formas correctas de narrar historias. Sobre presentaciones, nudos y desenlaces. Sobre cimientos y estructuras, puntos de giro, ideas fuerza y su opuesto. Sobre tramas que son el personaje en potencia y personajes que son la trama en acto.
Aprendo leyes subjetivas y transgresiones de obligado cumplimiento. Doy con ejemplos que justifican una forma de hacer y su contrario.
Me resultan interesantes; suelen tratar de qué tienes que hacer si pretendes alcanzar resonancia entre un público que sigue enredado en las mismas pasiones, conflictos y formas de contarlos desde hace miles de años. Proponen métodos seguros donde basta cambiar un par de personajes y tres letras del título para vender tu historia al mundo.
Todos suelen incluir una cláusula que explica que el buen escritor emplea esos materiales y los configura de una manera desconocida y novedosa. Que los moldea, recombina y retuerce. Que los filtra por su tamiz único y original.
Quiero pensar que esto último hace referencia a esa voz que desde siempre habita mi cabeza y por cuya culpa escribo; para tratar de encauzar ese discurso ininterrumpido que, en realidad, es todo caos.
Fotografía: Walker Evans.
5 comentarios:
Genial último párrafo. No sabía por dónde ibas a salir, Fernando. Me gustó ese final.
Un abrazo internacional.
Espléndido texto.
Hay que escribir sin ningún tipo de filtro, solo lo que sale del alma, de lo contrario es una mentira..
=)
Saludos!
Si quieres que te sea sincero, pienso que en todos esos cursos hay mucha palabrería, y nunca se menciona el talento, que se tiene o no se tiene (no se enseña) y que hace que un escritor capaz pueda pasar por encima de todo eso.
Muchas gracias, Víctor y Manuel.
Con vuestros argumentos, Romanticona, Miguel, estoy de acuerdo sólo en parte. Obviamente el talento se tiene o no se tiene, pero el talento literario, como en cualquier otro arte, también se educa. Suele hacerse a base de mucho leer o de interminables charlas con otras personas que escriben, pero tampoco es desdeñable conocer las estructuras que llevan funcionando desde que la humanidad es humanidad; aunque sólo sea para hacer con ellas lo que a uno le venga en gana.
Muchas gracias por pasar por aquí.
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