viernes, 16 de diciembre de 2011

Crónicas del Iceberg.


La mayor parte de mí habita lo invisible.
La mayor parte de mí apuesta por la distracción y el choque, la confusión y el accidente, la quiebra y el hundimiento definitivo.
Pero uno de mis ángulos logra observar el sol y se pregunta:
—¿Merece la pena?
He visto pingüinos mirando paralelos la nada. He visto focas aplaudir el desastre. He visto esqueletos de oso polar tratando de encontrar comida a la deriva.
Una cuarta parte de mí se interroga sobre lo raro del escenario, la anormal confusión de nortes y de sures.
Las otras tres siguen flotando, sumergidas.
Como si nada.

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4 comentarios:

Rosa dijo...

Por lo menos hay una parte que se cuestiona...

Besos desde el aire

q-etc dijo...

Opino, modestamente, claro, que un elemento real de una obra de ficción debe verificarse, salvo que la tergiversación de esa realidad sea intencionada (no me parece que éste sea el caso, entonces el error sería mío, que no le veo esa intención). En fin, que yo comprobaría la proporción de témpano que está sumergida. El relato, como siempre, genial. Saludos de un seguidor.

R.A. dijo...

Me ha gustado mucho y ya está, sinceramente.

Salut!

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Hay témpanos y témpanos. El mío a veces está a mayor profundidad que otras.

Un saludo y gracias por pasar por aquí.